Son las tres y media de la mañana, el olor a tabaco de los jóvenes que salen a fumar al exterior de Richmond ya se percibe antes de girar la esquina de la calle Mateo Garza. Llegamos a la puerta de Discoteca Richmond y una veintena de chavales charlan en la puerta mientras apuran su cigarrillo. Carlos una de las viejas caras de la sala nos comenta: “Esto es como en el año 86 u 87, no para de venir gente”. Descendemos la escalera, guardarropas a la derecha… todo normal, pero al abrir la puerta de cristal que nos separa de la sala principal, el impacto de temperatura y humedad es brutal, los más antiguos tenemos en el recuerdo esa sensación de tiempos pasados, Richmond ha vuelto a renacer.
Si, has leído bien, desde hace unas semanas y tras permitir la Junta de Castilla y León la apertura de la hostelería nocturna, la Discoteca Richmond, una de las más longevas de Ponferrada vuelve a llenarse de gente joven, que a partir de la hora de cierres de pubs y bares deciden concentrarse allí.
Y no, no hablamos del fenómeno clubbing de los años 90 que podía concentrar al público joven en los clubes nocturnos ante la llegada de un DJ de renombre. Hablamos de una sesión de discoteca “de las de toda la vida”.
La música que suena pasa del reguetton más comercial, por algunos temas disco actuales o no tanto, Farruko y su “Pepas” o si se tercia, “La Gallina” de John Pollõn con la voz del DJ-Speaker que anima a la parroquia con frases que exaltan el nombre de la Discoteca una y otra vez. Mientras, el público jalea las frases del animador levantando las manos. Mientras algunas ‘leyendas’ de la noche ponferradina miran con asombro el devenir de esta ‘nueva noche’. Ya sólo falta una ración de lentos para pensar que estamos en los 80.
La herencia de la ciudad del Dólar
Primero llegó la Estrada, después Temple, Richmond, 2002 o Shitons, pero también en el resto del Bierzo cualquier pueblo con una economía boyante tenía una discoteca donde concentrar a los jóvenes el fin de semana.
Las discotecas de Ponferrada, al igual que ocurrió en otros muchos sitios, no supieron digerir la llegada de los pubs o disco bares a finales de los 80 y poco a poco quedaron relegadas a un público adulto o en muchos casos se vieron abocadas al cierre. Delfos, Caravel o Chic son algunos de esos casos. otras como la emblemática Temple, todavía no ha reabierto sus puertas.
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