18 de octubre al 30 de noviembre en el Museo marca de Cacabelos
Macarena Olivera artista multidisciplinar, pero con fuerte arraigo en la pintura y la escultura. Su obra habla por si sola. Una pintura potente y muy expresionista, con una temática muy relacionada con el mundo de la mujer y de la cultura japonesa.
Macarena Olivera está fuertemente influida por las corrientes orientales. Su obra muy colorista, de amplio formato en líneas generales se desenvuelve con grandes manchas de color. Un expresionismo no entendido como una deformación de la realidad para expresar de forma más subjetiva la naturaleza y el ser humano, sino que Macarena da primacía a la expresión de los sentimientos a través de los rostros de las geishas, de los paisajes de Japón, …
La artista busca constantemente en su obra artística, la figuración deformada, la geometrización, el dibujo y las obras objetuales, a las que reúne un afán de intensificación de la emoción y de la expresión de emocionar de alguna manera al espectador.
Utiliza una pintura muy gestual, con amplísimas pinceladas con colores absolutos para conquistar al espectador y llevarlo directamente a la cultura japonesa que tanto había emocionado a los artistas en el siglo XIX, en la que la mayoría de las representaciones japonesas llegadas a Europa procedían de la Escuela Okiyo-e y eran fiel testimonio de la vida y el paisaje japonés en el s XIX. Entre ellas, alcanzaron especial fama las célebres treinta y seis vistas del monte Fuji realizadas en distintos momentos del día y del año, entre 1831 y 1833, por Hokusai.
Macarena, artista argentina, gran investigadora del mundo cultural de otros países, se ve primeramente influida por el arte hispanoamericano, siente admiración por las culturas precolombinas. Pronto siente la atracción por Oriente, ciudad a la que viaja en el año 1998, tras recibir una beca por parte
del Gobierno Japonés (Mombusho) para estudiar Escultura.Aplica tintas aguadas sobre un soporte milenario: el papel. La mancha le sugiere uno o varios caminos y como en la selección natural de Darwin, elige el que mejor se adapta a su concepto artístico. A su yo creativo para conectar directamente con el espectador. Como si se tratara de alucinaciones de impactos gestuales, el artista se siente parte de un canal creativo, de una herramienta vital para su intelecto y que a través de sus pinceles crean una obra muy personal.
Una obra la de Teo personalísima. Unas veces esa inspiración delimitada por una fina línea, tímida y nerviosa en las que se adivina una figuración concreta y reflexiva. Una obra artística creada por el ímpetu creativo.
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