Tras 75 años, la empresa francesa Duralex, famosa por sus vajillas de vidrio templado, ha sido declarada en quiebra por un el tribunal comercial de Orleans. La compañía, radicada en La Chapelle-Saint-Mesmin, en Loiret (Francia) comercializaba sus productos en un centenar de países y tomó su nombre de la máxima latina ‘Dura lex, sed lex’: la ley es dura, pero es la ley.
Duralex nació en la empresa fabricante de cristal Saint-Gobain. Desarrolló una técnica de vidrio templado a 700 grados y enfriado súbitamente, un proceso que aportaba al cristal una resistencia especial y en caso de rotura crea unos fragmentos de pequeño tamaño que reducen la posibilidad de cortes.
En el año 1945, la compañía decidió utilizar esa tecnología para la fabricación de vajillas, la idea pronto se popularizó en la Francia de posguerra. Un producto económico que revolucionó el mercado. La idea se trasladó al resto de Europa y en España su llegada cambió la manera de equipar la cocina, identificándose con la modernidad.
El reclamo, además de su precio, era su resistencia: “Utilícelo como martillo, déjelo caer, golpéelo, hágalo pasar del hielo al agua hirviendo”, señalaba la publicidad de la época. De hecho, para probar su resistencia, en la fábrica original dejaban caer una bola de acero de un kilo sobre una plancha de su cristal templado, recuerda el citado diario.
Inicialmente, las vajillas eran de cristal transparente: platos llanos con forma de margarita y su célebre vaso Gigogne (barrigón) que forma parte de la historia del diseño europeo y es una pieza fija en el Museo de Artes Decorativas de París. En 1954, nacería el modelo Picardía, más estrecho y biselado.
La compañía Duralex abrió en Azuqueca de Henares (Guadalajara) su filial española Vidriera de Castilla en octubre de 1963. La fábrica dio empleo a 500 trabajadores.
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