Luis Bermejo, un actor ideal para dar vida a la extrañeza, la mirada perpleja ante la existencia como lo ha definido un crítico, protagoniza El minuto del payaso, un monólogo de José Ramón Fernández unánimemente respaldado por especialistas y público. La función, incluida en el programa de la Red de Teatros de Castilla y León, cierra el próximo viernes, 26 de mayo (20,30 horas) el ciclo Mu_danza en la Sala Río Selmo.
En el día del festival de homenaje al circo, una función benéfica en la que van pasando números circenses en un teatro, un payaso espera su turno en el foso. Van a hacer que salga al escenario por una trampilla. En la soledad de esta espera repasa y evoca momentos de su pasado donde nos confiesa la relación con su familia así como los hechos y personas que le marcaron en el circo donde nació. Además ha venido un productor de la tele que le va a proponer que vaya a la televisión a hacer su número todos los días el mismo, a la una de la mañana, en un late show.
Un actor inconmensurable como Luis Bermejo protagoniza este monólogo "de risa y rabia, de miedo y pequeñas grandezas, de tristeza y esperanzas en el que, no da un segundo de respiro, ni al espectador ni a sí mismo, mientras construye una interpretación memorable, una auténtica exhibición del dominio que tiene sobre su cuerpo y sus cuerdas vocales, sobre cada una de las fibras que intervienen en la composición de un gesto siempre perfecto.
Luis Bermejo ha participado en un gran número de obras de gran calado artístico y formado parte de elencos en compañías como La Abadía , Animalario o el Centro Dramático Nacional. En el cine, son destacables sus papeles en Días de fútbol, La soledad o ;Una palabra tuya, por la que fue Nominado como mejor actor revelación en los Premios Goya.
La labor de Bermejo en este monólogo ha sido unánimemente alabada por la crítica. Así, Marcos Ordóñez, en Babelia, escribió: Gira y gira Bermejo a una velocidad endiablada, es muchas personas en una, te abre el corazón y, cuando te lo muestra en la mano abierta, lo aprieta ante tus narices para que haga mec mec (o al revés, con él nunca puedes estar seguro). Y no, no puede contarse ese número final que Bermejo y Fernando Soto parecen haber fabricado mano a mano porque está hecho de energía mutante y furiosa. No hay forma de explicar esa cima, hay que verla; una cima donde sopla, a mis ojos, un viento de locura muy argentino.