Un arquitecto de provincias que construyó más de quinientas viviendas pero que a su hija, en herencia, le dejará unos cimientos; un chico que lleva media vida en una residencia de menores y que de mayor quiere ser diseñador de Ikea; una joven refugiada venezolana que consiguió el asilo gracias a una canción de Nirvana; un hombre con diversidad funcional que lucha por su independencia; una activista de la Pah con la que enamorarnos en París…
En un espacio que podría ser un set de cine, las historias de los cinco protagonistas de Casa se entrecruzan para formar una sola. Les acompañan dos muppets a ritmo de cabaret, un gerente de Airbnb y hasta un hombre de la NASA que lo observa todo. Veinticinco personajes y nueve coros interpretados por cinco actores que entran y salen de una asamblea de la Pah, una reunión de vecinos, una guarimba (un térmimo usado en Venezuela para referirse al refugio usado durante las manifestaciones contra el gobierno), o una sencilla entrevista.
Casa es una obra documental verbatim que transcribe y lleva a escena las palabras exactas de las más de cuarenta personas entrevistados, para mantener la mayor fidelidad posible a sus testimonios. Un espectáculo hermoso y duro, interpretado por Pilar Bergés, Ángel Perabá, Efraín Rodríguez, Macarena Sanz y César Sánchez, que nos devuelve la necesidad de no renunciar nunca ni desistir en encontrar nuestro sitio, nuestro hogar para poder descubrir quiénes somos y estamos destinados a ser. “Uno de los pocos montajes que sería imperdonable que te perdieses” ha dicho un crítico.
Lucía Miranda (Valladolid, 1982) lleva una década tripulando la compañía Cross Border, pionera en España del llamado teatro comunitario y aplicado. Es decir, teatro que se sumerge en los conflictos sociales y se esfuerza por visibilizar a sus víctimas. Ella misma explica el proceso de creación de este montaje: “Me quedé embarazada, y me pregunté: ¿cómo quiero que sea la casa en la que viva mi hija? Cogí mi grabadora y pregunté a otros sobre su casa. Escuché de desahucios, gentrificación y especulación inmobiliaria, de casas de acogida, casas tuteladas, de la crisis del 2008, del covid, de la crisis de los refugiados, de la migración, de los menas, de las leyes de urbanismo, de los chanchullos y de las hipotecas. Y al final, acabé hablando de Elliot y de E.T. Construí una ficción para ayudar a E.T. a volver a casa, porque como dice un personaje esto es teatro, y aquí podemos hacer lo que nos dé la gana”.
Miranda, años atrás, ofreció una precisa radiografía de los institutos públicos españoles en Fiesta, fiesta, fiesta, visto en el Bergidum en 2018, montaje que le valió una nominación a los Max como mejor autora. En 2019 estrenó en la Sala Río Selmo La chica que soñaba, finalista de los Max al Mejor espectáculo para público infantil, juvenil o para público familiar de la XXIV edición 2021
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