Este montaje del Centro Dramático Nacional, junto con la productora catalana Bitò, cuenta la historia de cuatro chicas, familiares entre sí, que viven en un piso tutelado. Cuatro personas no normales, es decir, con grandes dificultades para adaptarse a las normas. Personas marcadas por distintos diagnósticos de discapacidad asociados a trastornos mentales
Cada una convive con algún tipo de diversidad funcional. Una es ninfómana y una jueza debe decidir sobre la conveniencia de practicarle una ligadura de trompas para esterilizarla, lo que provoca su huida del piso tutelado. Otra de las chicas está escribiendo las historias de todas ellas con la técnica de lectura fácil, un método de escritura creado para facilitar la lectura a los discapacitados intelectuales.
Si algo pone de manifiesto esta obra es que, en el mundo de estas mujeres, se habla mucho para hacer poco o muy poco para ellas. Se trabaja más, mucho más, para la satisfacción de la sociedad en su conjunto, de la mayoría de los que se autodenominan normales, que para que ellas puedan responsabilizarse de sus vidas. Mujeres adultas tratadas como niñas a las que se les dan peces en vez de enseñarlas a pescar.
La obra está protagonizada por un elenco coral formado por Desirée Cascales Xalma, Carlota Gaviño, Pilar Gómez, Anna Marchessi, Marcos Mayo, Pablo Sánchez y Estefanía de los Santos. “Nada más que por verlas actuar ya merece la pena ver la obra”, ha dicho un crítico.
En el reparto se incluyen cuatro actores con diversidad funcional, una condición que supone todo un reto artístico en tanto se trata de hacer un montaje que aporte a la historia pero que a la vez sea accesible o sin barreras arquitectónicas para los actores. Los intérpretes, que enganchan emocionalmente al espectador, trabajan con toda crudeza a partir de un relato riguroso en el que se incluyen escenas de sexo explícito.
Impactante, contestataria y políticamente incorrecta, la adaptación teatral de Alberto de San Juan es un relato sobre el deseo de vivir y las dificultades de llevarlo a cabo en un sistema diseñado contra lo vivo. Un sistema que determina qué es la vida, quién puede vivirla y cómo. Un relato sobre el poder y la necesidad de reírnos mientras chocamos contra el muro al intentar abrir un agujerito por el que asomarnos a la vida. Aunque como dice Cristina Morales que dice Mónica Valenciano, para desplazar los muros, exteriores e interiores, además de empujar o chocar, también se puede probar a acariciar.