El fundador de este comercio ponferradino, comenzó vendiendo fruta en el pasaje peatonal Federico Fernández Luaña en la Plaza de Lazúrtegui, un hombre que no quiso estudiar, y a pesar de venir de familia adinerada, decidió irse de casa y montar las tiendas “tenía una capacidad innata para vender, vendía hasta piedras” comenta su nieta Mº Carmen.
Era 1933 cuando comenzó el periplo textil de este ponferradino. la primera tienda, inaugurada por el abuelo Federico, se abrió frente a la antigua iglesia de San Pedro, ya desaparecida (Edificio de Telefónica) donde cada mañana animaba la venta a voz en grito, después pasaron al local al lado del actual Casa Federico, tienda que todavía existe y al local actual. Federico y su mujer, eran analfabetos así que, la hija tenía que salir del colegio La Inmaculada, para escribirles las cartas o hacer los carteles de los escaparates.
Cuando llegó la Guerra Civil, Federico tuvo que huir durante unos años, alguien le denunció por que debía un saco de patatas, seguramente además dijo algo inadecuado en una conversación de bar. Lo llegaron a subir a uno de los camiones que subían al Montearenas sin billete de retorno, afortunadamente, su mujer, “la Resti”, conocía a un militar y consiguió que lo bajaran en la plaza del Ayuntamiento.
Después del susto y para evitar represalias, su mujer le mandó unos años para León, donde también abrió una tienda.
Era una vida diferente, donde los nietos pasaban su infancia en la tienda, incluso Marcos, el sucesor en la saga, dormía siendo pequeño, debajo del mostrador, mientras sus padres atendían a los clientes. “Los viajantes comían en casa, la compra de género podía durar un par de días”, recuerda Mª Carmen
La hija de Federico, Carmina, se casó con Ramiro con 18 años, un músico que los sábados y los domingos tocaba el clarinete y el saxofón en locales como el desaparecido Alaska y entre semana ayudaba en la tienda, ella, junto a su hermano Ricardo, siguieron atendiendo a los clientes durante muchos años.
Federico era muy conocido por sus frases, además de vender en su tienda, los días de mercado colocaba su puesto en la Plaza del Cristo donde gritaba sus eslóganes, para diversión de los transeúntes.
– Le subo las faldas y le bajo las bragas a las señoras… del precio de su valor.
– Bragas de cuello alto y de faja baja
– Vendo calzoncillos para “el querido”
Frases de Federico, en el mercado de abastos ponferradino
Tiempos de cambio
Brindis, Bodelón y Casa Federico son los últimos comercios de textil, de los años treinta, que perduran en el tiempo. Ahora Casa Federico está en manos de Marcos Aguado, la tercera generación dedicada a las boinas y sombreros, a los manteles o a la ropa de cama, la tienda ha estado situada hasta esta semana justo al lado del desaparecido Teatro Adriano en la Plaza del Cristo.
Diferencias en la renovación del alquiler han hecho que tengan que cambiarse de local, después de 60 años, Casa Federico se muda a un local a apenas 20 metros del actual, en la Calle del Cristo. “Casa Federico 3.0” bromea Marcos, mirando, quien sabes si al centenario en 2033 como próximo objetivo. La tienda aprovechará este fin de semana para trasladar la mercancía y sus muebles, algunos con más de 70 años al nuevo local y abrirá sus puertas a lo largo de la próxima semana.
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