La escritora bilbaina Espido Freire es una enamorada de nuestra tierra, ha participado en diferentes cursos de la UNED en nuestra ciudad y en diferentes ocasiones se ha retratado en monumentos y lugares singulares de nuestra comarca. Ya lo hizo hace tiempo en el Palacio de Canedo y ahora lo ha hecho en el Castillo de Cornatel del que ha dejado publicadas unas bellas palabras en sus Redes Sociales.
En una foto con un vestido verde y la bruma de fondo, la ganadora del Premio Planeta escribe:
El Castillo de Cornatel es, a mi juicio, uno de los más deliciosos del mundo: no soy objetiva. Lo imaginé antes de verlo, mientras leía el asedio a don Álvaro y don Gutierre en El Señor de Bembibre, y los imaginaba resistiendo a las tropas del Conde, suspendidos sobre el abismo y el río Sil. La niebla, las preciosas vistas, la lluvia y la literatura se encuentran para mí entrelazadas cuando hablo de esta pequeña fortaleza: si tenéis ocasión de visitarla lo comprobaréis.
En otra publicación hace un recuerdo al pasado del Castillo
Si miráis con atención la foto del Castillo de Cornatel veréis el vano en el que me encuentro. Estoy un poco en plan “entrad libremente y por vuestra propia voluntad y dejad parte de la felicidad que traéis”, pero no nos liemos: el castillo está vinculado a los Templarios, no a los vampiros. Aunque el dueño más notable fue un Conde, el de Lemos, contemporáneo de Vlad Tepes, y en cuanto a guerra, dio también lo suyo. Que les pregunten a los irmandiños
Hoy voy a hablar de El Señor de Bembibre,con la excusa de que estoy en el Castillo de Cornatel, en El Bierzo. Es una de las novelas más destacadas del Romanticismo español, publicada en 1844 por un joven Enrique Gil y Carrasco, que moriría poco después. Este castillo aparece en el capítulo X como sede del comendador de Saldaña, alcaide de Cornatel y caballero templario.En la realidad, el castillo tiene orígenes antiquísimos, pero aparece nombrado como tal en el s. XIV. Ha sido recuperado en los últimos años, restaurado y destinado a actividades culturales. Ofrece una preciosa estampa sobre el barranco en el que se alza, con niebla en pleno agosto, y unas vistas espectaculares sobre Villavieja, el lago de Carucedo y parte del Bierzo.
La escritora en su escapada ha viajado a la comarca de Babia donde también se quiso inmortalizar en fotografías
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