La alianza entre el guitarrista Antonio Bravo y el zanfonista Germán Díaz es un soplo de frescura demostrable en discos y, sobre todo, en directo. La Brigada Bravo&Díaz presentará en Músicas populares de la gran guerra una sorprendente y delicada propuesta musical en la Sala Río Selmo el miércoles, 11 de octubre (20,30 horas).
Por su maestría como intérprete, por su exquisito gusto como compositor, por su curiosidad insaciable como investigador del sonido y sus variantes, Germán Díaz es, probablemente, uno de los mejores músicos europeos, aunque su cara no aparezca en las listas de éxitos y la prensa generalista hable de él como organizador de los congresos internacionales de observadores de nubes.
Un crítico lo calificó como ” el Jimi Hendrix de la zanfona” o “el Miles Davis de nuestro folklore” y otro dejó escrito que “es una voz singular con un sonido plural. Está facultado para emocionar y hacer contener la respiración con lo que crea. Es capaz de mantener en vilo al oyente hasta la última resonancia de la última nota de cada
composición/improvisación. Su mundo musical es tan amplio que no merece la pena reducirlo a una estética concreta. Es mejor dejar que su música siga escribiendo una historia propia al margen de lo que se supone que debería ser”
Junto con el guitarra Antonio Bravo forma la Brigada Bravo & Díaz, un dúo responsable de discos únicos como el publicado sobre la música popular de la Guerra Civil, elegido como segundo mejor disco del año 2009 por mCuadernos de Jazz, y mejor disco internacional por la veterana revista japonesa Jazz Tokio.
En “Melodías populares de la I Guerra Mundial” parte del fondo de digitalización de cilindros de cera de la Biblioteca de la Universidad de California, en la que se han zambullido para rescatar canciones que hicieron fortuna durante los años de la Gran Guerra, ofreciendo breves pasajes originales que les sirven como carburante para sus propios desarrollos ” en los que es imposible discernir si prima el componente jazzístico de Bravo o el folclórico del sobrino del ilustre Joaquín Díaz”. Un crítico ha señalado que esto “puede parecer marciano y, en la mejor de las acepciones posibles, lo es: nadie había desempolvado melodías tan añejas para insuflarles tanta vida. Y tan palpitante”.
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