Mari Cruz García, una investigadora que nació en “un pueblito cerca de Corullón”, a la que siempre le gustó la biología, estudios que llevó a cabo en la Universidad de León (ULE), y que desde 2008 lidera la Línea de Tratamiento de Residuos Ganaderos y de la Industria Agroalimentaria del ITACYL (Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León), ha recibido el premio FLC Award for Excellence in Technology Transfer 2020, concedido por el FLC (Federal Laboratory Consortium) de Estados Unidos, entidad que tiene el mandato del Congreso estadounidense para la educación, promoción y facilitación de la transferencia de tecnología a nivel nacional.
El galardón ha premiado su participación junto a Matias Vanotti, uno de los investigadores más prestigiosos a nivel mundial en esta temática, en el estudio y transferencia de la tecnología de recuperación de nitrógeno amoniacal de los residuos, utilizando membranas permeables a los gases.
Se trata de un trabajo que permite capturar el amoníaco almacenado, tanto en aguas residuales como en purines, a través de unas membranas tubulares transpirables, fabricadas con materiales similares al teflón o el goretex. Un ácido diluido se encarga de ‘atrapar’ ese amoníaco y lo transforma en un fertilizante líquido convencional de alto valor agronómico y económico.
Además del avance tecnológico que este estudio supone para el campo de la investigación agraria, hay que destacar los beneficios medioambientales que puede generar en un futuro, dado que se puede evitar la emisión de grandes cantidades de amoniaco a la atmósfera, ya que se recupera el nitrógeno contenido en los desechos, que luego se puede emplear como fertilizante en la agricultura.
LAS CLASES PRÁCTICAS Y LOS COMPAÑEROS, ENTRE SUS MEJORES RECUERDOS DE LA ULE
La investigadora premiada trabaja en la actualidad con cinco compañeras: Berta Riaño, Beatriz Molinuevo, Isabel González, Berta Gil y Noemi Curto, con las que dice formar “un equipo fabuloso a las que gusta mucho nuestro trabajo”.
De su paso por la ULE, en donde acabó la carrera en 1997, confiesa tener un recuerdo muy bueno de la Facultad de Biología “como siempre me ha gustado mucho la biología, -comenta-, disfruté mucho de aquellos cinco años. Recuerdo con mucho cariño las excursiones de botánica y las de zoología, que aparte de su carácter didáctico me dieron pie a conocer a mis compañeros y establecer lazos con ellos. También recuerdo el ‘bichario’ que tuvimos que hacer en la asignatura de artrópodos, las clases de microbiología con Paloma Liras, y las de genética evolutiva con Javier Vences, que disfruté muchísimo”.
Entre las vivencias que destaca están las clases prácticas por la tarde, que comenta que también le gustaban mucho y, por supuesto, “mis compañeros de clase con quienes todavía quedo: Oscar, Mónica, Olga, Encarna, Río, Alberto, Penélope… Mi paso por la facultad lo recuerdo con mucho cariño. Jamás me he arrepentido de estudiar Biología”, concluye.
Tras acabar la carrera, en 1998 le dieron una beca predoctoral para hacer la tesis en el Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Valladolid (UVA). “Necesitaban un biólogo para trabajar sobre la eliminación simultánea de nitrógeno y fósforo en aguas residuales urbanas, -explica Mª Cruz García-, así que mi tesis trata sobre bacterias acumuladoras de fósforo, nitrificantes y sobre la composición de los organismos implicados en los procesos de depuración (protozoos, rotíferos etc.)”.
El título de su tesis fue ‘Caracterización de la microfauna y de comunidades microbianas en sistemas de eliminación simultanea de materia orgánica y nutrientes’, y fue codigida por los profesores Eloy Bécares Mantecón, de la ULE, y Pedro A. García Encina de la UVA.
UNA TECNOLOGÍA PROBADA CON ÉXITO EN CASTILLA Y LEÓN
Es importante destacar, la tecnología que permite capturar el amoníaco almacenado en residuos y purines ya se ha probado en las instalaciones de una explotación de ganado porcino en Guardo (Palencia), en otra explotación de gallinas camperas en Aldealafuente (Soria) y en una planta de biogás en Juzbado (Salamanca), en todos los casos con resultados positivos y esperanzadores.
Esta tecnología puede recuperar el 98 por ciento del amoníaco de los desechos ganaderos, lo que permite resolver los problemas de excedentes de este gas en las explotaciones, con los consiguientes beneficios económicos y ambientales.
“Gracias a la transferencia de conocimiento de esta tecnología, -concluye Mª Cruz García -, desde el Itacyl se ayudará al sector a resolver sus problemas de excedentes de amoníaco, a sustituir fertilizantes comerciales y, en definitiva, a hacer más competitivas sus explotaciones”.
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