La comarca del Bierzo vivió este fin de semana una emotiva jornada de memoria, reconocimiento y orgullo colectivo con motivo del homenaje a la presa de Bárcena y a las comunidades que vieron transformado su destino con la construcción de esta infraestructura clave en la historia del noroeste peninsular.
El acto fue organizado por la Asociación de Vecinos La Magdalena y presidido por su presidente, Gerardo Fernández, quien destacó “todo el valor histórico, humano y territorial que supuso la construcción de esta gran obra hidráulica sobre el río Sil en 1958”.
Fernández rindió tributo no solo a la magnitud técnica del proyecto, sino a su impacto más profundo en el territorio: “Esta obra de ingeniería que no solo transformó el paisaje físico del Bierzo, sino que también marcó un antes y un después en su historia económica, social y humana”, señaló. En su intervención, recordó que la presa supuso “un hito tecnológico y estratégico en un momento clave del proceso de modernización industrial de España, consolidando al Bierzo como motor energético del noroeste peninsular y promoviendo el regadío agrícola y un nuevo paisaje industrial”.
Pero más allá de las cifras y logros técnicos, Fernández centró su discurso en las personas: “Esta presa también fue la historia de dos pueblos anegados, de familias desplazadas, de trabajadores que participaron en su construcción y de comunidades que supieron adaptarse con dignidad y esfuerzo a una nueva realidad impuesta por la modernidad”. El presidente de la asociación apeló a la responsabilidad colectiva: “Recordar es un deber colectivo”, dijo, instando a instituciones, medios y ciudadanía a preservar la memoria como “símbolo de identidad y compromiso con el territorio”.
Durante el acto, los alcaldes y pedáneos de los municipios ribereños del pantano de Bárcena —Toreno, Cubillos del Sil, Congosto, Ponferrada y San Miguel de las Dueñas— agradecieron públicamente a los cerca de 500 vecinos de Bárcena y Posada del Bierzo el sacrificio de abandonar sus hogares, tierras y raíces “en beneficio de toda la comunidad berciana”.
La jornada conmemorativa comenzó con una misa solemne en la Ermita de Nuestra Señora del Rosario, un templo del siglo XVII reconstruido piedra a piedra tras el anegamiento de Bárcena del Río. Tras la ceremonia religiosa, las autoridades locales intervinieron para recordar la dimensión humana y colectiva del embalse.
El día culminó con una comida popular campestre, donde vecinos, familiares, autoridades y asistentes compartieron una paella conmemorativa en un ambiente de celebración, reflexión y orgullo berciano. Fernández quiso cerrar la jornada con un agradecimiento especial a la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, a la junta vecinal de Santo Tomás de las Ollas, a los medios de comunicación y a todos los vecinos implicados en “mantener viva la historia”.
