El Ayuntamiento de Cacabelos a través del Museo Arqueológico presenta el primer proyecto expositivo de 2019: ANKESENAMON. En busca de la reina perdida de Egipto.
Una exposición basada en el Antiguo Egipto, una de las civilizaciones más ancestrales y quizás con más simbolismo del mundo antiguo.
La nueva exposición del Museo Arqueológico de Cacabelos invita a descubrir cómo era realmente del mundo de ultratumba en Egipto, ¿cómo eran sus rituales?, ¿qué objetos acompañaban a la difunta reina – faraón?,¿cómo era el proceso de momificación? y ¿cómo eran las pinturas que decoraban sus tumbas?
Una cultura enigmática y ajustada en una de las épocas más brillantes de la creación artística de Egipto, conocida como Tell el – Amarna.
La exposición gira en torno a una mujer, reina-faraón, Ankesenamón , esposa del faraón más famoso de la historia, Tutankamon, hija de la mítica Nefertiti y del faraón Akenatón, con una familia tan conocida y ella, a la vez, tan desconocida, ¿ a qué se debe esto?, ¿Por qué el nombre de la reina perdida?.
La historia sobrecoge desde el principio y los ingredientes parecen sacados de una película de los años 20.
Hay una gran historia de amor entre dos hermanastros: Tutankamón y Ankesenamón, se desarrolla entre el misterio y la aventura, entre rituales de inmortalidad, ajuares funerarios, tesoros, momias,… y una tumba en el Valle de los Reyes
por descubrir y muchos objetos muy interesantes: vasos canopos, ushebtis, escarabajos, amuletos, pectorales y momias.
El visitante disfrutará de sensaciones únicas: el descubrimiento de la fiebre por la egiptología, la sensación de profanar la tumba recreada de la reina perdida Ankesenamón y ese instante de contemplación de “cosas maravillosas”, como aludió el arqueólogo Howard Carter al descubrir en 1922 la tumba del faraón Tutankamón.
El visitante se convierte en descubridor de una de las tumbas más enigmáticas y buscadas, la tumba de la reina perdida Ankesenamón, la esposa real del faraón Tutankamón.
La comisaria y especialista en Arte de la muestra Silvia Blanco Iglesias ha pretendido que: “… el espectador descubra en cada pieza, en cada rincón,… la sensación de que el Antiguo Egipto cobra vida. Además de contar con piezas muy importantes que situan al visitante ante una exposición da calidad con piezas originales y réplicas tan interesantes como la piedra Rosetta, la paleta de Narmer, el busto de Nefertiti o de Tutankamón. Posiblemente una exposición que pasen miles de visitantes.
Para esta exposición se ha contado con la colaboración de lujo del escultor Juan Villa de Prometeo, habitual en el programa de televisión Cuarto Milenio, o el equipo de Ojearte, o coleccionistas particulares.
Corpus del recorrido expositivo
- Planta cero
El inicio de la visita resulta impactante. Empezamos descubriendo un templo egipcio recreado del Imperio Nuevo de la dinastía XVIII.
A partir de ahí, nos invade una aventura única: cartografía original de 1816, prismáticos, olor a tinta, fotografías antiguas del siglo XIX, lugares míticos como El Cairo, Abu Simbel, la esfinge de Gizeh… y objetos que nos hacen volver al mundo antiguo, a un momento clave de la historia de la Humanidad. El descubrimiento de una cultura de más de 7000 años.
Nos empieza a invadir la fiebre por la egiptología a través de piezas que ayudan al visitante a entender está gran obsesión por Egipto, ¿cómo surge?, ¿Cuando? Y ¿quiénes fueron los protagonistas?
Piezas claves como la piedra Rosetta (réplica. Original British Museum) que facilitó el desciframiento moderno de los jeroglíficos egipcios. En 1798, Napoleón Bonaparte a través de su afán de conquista y de frenar a los ingleses, llevó a cabo la Campaña de Egipto con la expedición francesa con poco éxito. Pero, por otro lado “redescubrieron” las maravillas del Antiguo Egipto. El hallazgo más importante y totalmente fortuito, fue la piedra Rosetta en 1799. Esta piedra facilitó el desciframiento moderno de los jeroglíficos egipcios. Pero no faltan piezas importantes relacionadas directamente con Napoleón Bonaparte, como su biografía, el águila napoleónica del estandarte o el libro de Memorias del Mariscal Berthier en Egipto. Berthier fue Mariscal de Francia, vice-Condestable de Francia desde 1808, Jefe de Estado Mayor del Ejército de Francia y fue amigo personal de Napoleón.
Cámaras fotográficas de 1910 y hasta primera mitad siglo XX, las cuidadas ilustraciones de David Roberts fruto de las expediciones de arqueológicas .
Piezas importantes para entender ese momento de descubrimientos en el King Valley: la portada del periódico New York Times con fecha 1923 que anuncia el descubrimiento de la tumba intacta del faraón Tutankamón o, un telegrama que envía el arqueólogo Howard Carter a Inglaterra desde Egipto.
Piezas imprescindibles para adentrarse en una época enigmática y con un sabor inglés: una petaca donde se guardaría un preciado licor, una curiosa edición de un atlas taschen de 1897, …y unas fotografías datadas del siglo XIX en las que el observador descubre el Egipto más auténtico: Abu Simbel, El Cairo, la esfinge de Gizeh, las columnas de los templos más maravillosos. Un momento estelar en la arqueología, y también en la fotografía científica de Egipto. Pero sin duda, famosos viajeros o investigadores, pintores, escritores, han creado la estela del colonialismo y la atracción hacia el místico Egipto.
Aparece en escena Howard Carter, el arqueólogo más importante del mundo. Hábil dibujante, en 1891, con tan solo 17 años, fue enviado a Egipto por parte de la Egypt Exploration Fund con el propósito de copiar los jeroglíficos y las decoraciones de un grupo de tumbas del Imperio Medio en el sitio arqueológico de Beni Hasan. Carter aprendió gradualmente la profesión de arqueólogo y vivió su apogeo en 1922 con el descubrimiento de la tumba de Tutankamón.
- Planta sótano
A lo largo de la historia de Egipto, los faraones hicieron todo lo posible para preparar sus lugares de descanso final. Con el tiempo, estos monumentos funerarios tomaron diversas formas, como cámaras subterráneas, superestructuras rectangulares y escalonadas, pirámides y corredores y cámaras excavados en el interior de las montañas. Estas tumbas almacenaban todos los artículos que el rey necesitaba para su viaje al más allá, incluida su momia.
Nos situamos ya en el Valle de los Reyes, cerca de Luxor y en un lugar único donde se encuentran la mayoría de las tumbas de los faraones del Imperio Nuevo.
Nos dirigimos a la tumba denominada KW21, y nos ponemos en la piel de aquellos arqueólogos e investigadores. Sentimos ese ruido metálico del pico retumbando en la piedra.
Entramos en la tumba de una reina egipcia, Ankesenamon la esposa real del famoso faraón Tutankamón. Se nos abre una visión maravillosa: su ajuar funerario.
Objetos que servirían a la reina en el más allá, ya que debían acompañarla en su viaje y serle útiles allí, de diferentes formas, tras su llegada.
Aunque estaba destinado al más allá, el ajuar de la tumba de Ankesenamón es también reflejo de la dinastía XVIII tardia. Se reconoce un estilo suave y femenino del periodo amarniano en los rostros de deidades y del faraón. La abundancia de objetos de exquisita artesanía, de lujo y bienestar solo con el precedente de su esposo Tutankamón.
En la parte más íntima del museo, donde nos encontramos, el sótano, se ha recreado la tumba de Ankesenamón ( KW 21). Luz tenue, nervios a flor de piel, para descubrir la tumba de la reina perdida de Egipto. Pinturas al fresco que ilustran los guardianes de la puerta, los sellos de los esposos, el banquete funerario, el cortejo fúnebre, plañideras, instrumentistas,… Al fondo una preciosa pintura del dios Anubis realizando la apertura de la boca a la reina Ankesenamón.
Las vitrinas expositivas acompañan y dejan ver el cuidado detalle de los rituales egipcios, desde ánforas donde guardarían el vino para la reina, o los delicados vidrios para albergar perfumes y aceites para la estética corporal, los delicados ushebtis – ofrendas para el más allá- o los vasos canopos donde guardarían las vísceras de Tutankamón. La última vitrina está reservada una sorpresa para los que quieran profanar la tumba- la maldición de la tumba está ahí-.
Vitrinas expositivas
- Vitrina del “descubrimiento”
- Vitrina Caza del cocodrilo y el hipopótamo. El viaje hacia el mundo interior estaba lleno de obstáculos que debían superar los difuntos antes de poder disfrutar del más allá con Osiris. El hipopótamo macho era considerado un enemigo especialmente peligroso durante este viaje y, por lo tanto, era preciso cazarlo y darle muerte, ya que este animal estaba asociado con Set, el dios del mal
- Vitrina de ánforas y comida
- Vitrina de los vidrios
- Vitrinas de las ofrendas “ushebtis”
- Vitrina de Vasos Canópicos
- Vitrina del Peso del alma ( corazón y la pluma)
- Vitrina con Mano de Ladrón de tumbas. Los saqueadores en las tumbas era algo bastante frecuente y no sobrevivían intactas. Los antiguos ladrones egipcios solian retirar buena parte de los contenidos. Por eso, los entierros fueron objeto de muchos expolios a lo largo del tiempo.
Pinturas murales
- Guardianes de la tumba
- La entrada de la antecámara funeraria de Ankesenamón estaba protegida con dos estatuas en tamaño real y colocadas de pie. Ambas muestran a Tutankamon como guardian de la tumba de su esposa real. Lleva en su mano derecha una maza y un báculo en la izquierda. Aparece ataviado con una falda sundut real, un Ureus de bronce , un collar, un pectoral, brazaletes y sandalias.
- Sellos de Tutankamon y Ankesenamon
- Banquete funerario. Escenas de música y baile.
- Bellísima escena de música y danza de la mano de jóvenes intérpretes femeninas. Parece que se trata de un banquete funerario, acompañado con figuras femeninas que tocan instrumentos: el arpa, la flauta y el laúd. Las mujeres bellamente ataviadas demuestran el esplendor del Reino Nuevo, además de la evolución en la representación pictórica. El dinamismo se hace presente y la figura central que toca el laúd, gira hacia su compañera.
- Plañideras.
- Escena fúnebre en la que participan plañideras de largas cabelleras rizadas. Forma parte de la ceremonia funeraria egipcia. Las plañideras que lloraban la muerte del difunto e intentaban despertarle del sueño de la muerte con sus fuertes gritos. Aquí aparecen con el cabello alborotado, los pechos desnudos y un vestido manchado con ceniza azul grisácea. Derraman lágrimas: con los brazos alzados, demuestran el luto y la desesperación al modo tradicional. El artista las ha compuesto formando un grupo compacto, con los cuerpos y cabezas paralelos y en tres planos superpuestos. Para eludir la monotonía ha hecho pequeños cambios: una línea de perfiles juntos, una mirada a la dirección contraria y una pequeña muchacha desnuda: todo ante un fondo blanco y reducido a unos pocos colores: azul claro para los vestidos, negro para los cabellos y amarillo claro para los rostros.
Actuaban en grupos más o menos numerosos, según el rango del difunto al que se iba a enterrar, pues las plañideras no eran baratas; en cualquier caso, más caras que los dulces, panes, coronas de flores y ungüentos olorosos que también exigía el ritual. Buena prueba de ello la da la factura de un entierro del siglo II d. C .
- Planta primera
En la planta 1ª, el visitante se encuentra con los orígenes de la época predinástica, la paleta de Narmer (réplica) fechada hacia el 3000-2890 a.c., a partir de aquí conocemos a la familia directa de Ankesenamón y Tutankamón Nefertiti y Akenatón, con el famoso busto de Nefertiti “la bella ha llegado” y una imagen sobrecogedora del faraón Akenatón. No deja indiferente un acompañamiento magistral, desde un busto (réplica) en diorita negra de Tutankamón, o un gran pectoral o incluso una mano momificada (réplica) de la propia Ankesenamón “la que vive por Atón”.
Finalizamos el viaje, descubriendo objetos del ritual del más allá, canopos, ofrendas- ushebtis “ el que responde”, son una serie de personajes al servicio del faraón, trabajadores para la eternidad según el Libro de los Muertos ( capítulo VI), o un amuleto con forma de pez en fazenya o el curioso amuleto con la figura de un sirviente.
Un viaje mágico a una cultura milenaria.
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