Fabero rinde homenaje a los ocho mineros fallecidos en la tragedia de la planta 17 sur hace 41 años

La localidad berciana recordó en el Memorial Minero a las víctimas del accidente ocurrido el 19 de noviembre de 1984, uno de los más graves de la cuenca Fabero-Sil, en un acto cargado de emoción y reivindicación.

Un velo de emoción y memoria se cernió ayer sobre Fabero. La localidad leonesa volvió a congregarse, 41 años después, para honrar la memoria de los ocho mineros que perdieron la vida en uno de los accidentes más trágicos de la historia de la cuenca minera Fabero-Sil. La cita, como ya es tradición cada 19 de noviembre, tuvo lugar en el solemne Memorial Minero, erigido en el mismo corazón de lo que fue la explotación, hoy un espacio natural restaurado.

El tiempo no ha cerrado las heridas ni ha apagado el recuerdo de lo sucedido a las 8:30 horas de aquel aciago 19 de noviembre de 1984. Los operarios del primer turno de la empresa Combustibles de Fabero, del Grupo Río, habían comenzado su jornada en la planta 17 sur cuando una brutal explosión de grisú, gas que se había acumulado de forma letal durante el fin de semana, sacudió la galería. La deflagración fue instantánea e implacable.

Tres trabajadores fallecieron en el acto. Nueve más resultaron gravemente heridos en el interior de la mina, en una escena de caos y angustia que marcó el inicio de una larga y desesperada operación de rescate. Tras ser extraídos, los heridos fueron trasladados a hospitales de Madrid en un último intento por salvar sus vidas. Sin embargo, la gravedad de sus lesiones fue mayor, y en los días siguientes, otros cinco mineros sucumbieron. Solo cuatro lograron sobrevivir.

Ocho nombres para la memoria

El acto de homenaje sirvió para pronunciar, una vez más, los nombres de aquellos a quienes la mina se llevó para siempre, restituyendo su identidad más allá de la fría estadística:

  • Luciano Blanco, de 41 años.
  • Tomás Abella, de 36 años.
  • Adelino Alonso, de 32 años.
  • Manuel García, de 28 años.
  • Manuel Tejón, de 26 años.
  • Ramiro Guerra, de 24 años.
  • Emilio Álvarez, de 24 años.
  • Santiago Álvarez, de solo 21 años.

Ocho vidas truncadas, cuyas historias personales quedaron sepultadas en la galería.

Un monumento para la eternidad

El escenario del homenaje no fue casual. El Memorial Minero, inaugurado el año pasado, se alza como un permanente recordatorio de su sacrificio. Nueve imponentes monolitos de piedra, extraídos de la Gran Corta de Fabero, se yerguen sobre la tierra restaurada. Ocho de ellos representan a cada uno de los fallecidos en la tragedia de 1984, mientras que el noveno honra la memoria de todos los mineros que perdieron la vida a lo largo de un siglo de actividad extractiva en la zona.

Entre los asistentes al emotivo acto se encontraban compañeros de la empresa Combustibles de Fabero que, aunque no sufrieron el accidente en primera persona, llevan marcada a fuego esa jornada en sus vidas. Para ellos, y para gran parte de la comunidad, la tragedia no fue un mero capricho del destino. Persiste la firme creencia de que el desastre “se podría haber evitado si se hubieran tomado las medidas de seguridad necesarias”, una sombra de duda y de dolor que, cuatro décadas después, sigue interpelando a la conciencia colectiva sobre el precio real del carbón y las condiciones en las que se extrajo.