El Festival “Música en Villafranca” se viste hoy con sus mejores galas al sumar la grandeza de la obra que se presenta -la Novena Sinfonía de Beethoven-, al importante elenco de artistas que la interpreta, y al marco incomparable elegido para su puesta en escena, el patio del Castillo de Villafranca del Bierzo, uno de los lugares más emblemáticos de esta villa, y que esta tarde abrirá sus puertas al público por primera vez en su larga historia.
Esta magna obra, estrenada en 1824 en Viena y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2021, cuenta con el patrocinio de la Diputación de León y el Instituto Leonés de Cultura.
La interpretación de la Novena corre a cargo de la Orquesta del Festival de Villafranca, los solistas Ashley Bell (soprano), Anna Gomà (mezzosoprano), Beñat Egiarte (tenor) y Ángel Ódena (barítono), y la Coral de Cámara de Pamplona, todos ellos bajo la dirección del maestro Pedro Halffter, director del Festival.
Desde la misma fecha de su estreno se consideró la Novena como una obra extraordinaria que la ha situado en el olimpo de la música clásica, no solo por su duración y magnitud instrumental, sino porque se incorporó un nuevo elemento a lo que hasta ese momento era habitual: en el último movimiento intervienen cuatro solistas y un coro que interpreta el poema “Oda a la alegría”, de Friedrich Schiller.
Esta inclusión de voces fue algo totalmente radical, pero no constituía el único factor iconoclasta: en la Novena, Beethoven mezcló la elegía con la cantata, la ópera italiana y la germana, la fanfarria militar y el réquiem. Creó, en definitiva, una nueva forma de arte, alejándose libremente de la tradición. Es, en definitiva, una pieza que influyó en la historia de la música y que aún hoy sorprende.
Más allá de su valor musical, la Novena ha tenido en sus casi dos siglos de vida una andadura histórica propia. Tanto la obra en su conjunto como el último movimiento se
han visto apropiados por ideologías muy dispares y han desempeñado un papel simbólico importante en la reconciliación entre los pueblos. Quizá su interpretación más emotiva se produjo en Berlín, en la Navidad de 1989, pocas semanas después de la caída del muro. El concierto, dirigido por Leonard Bernstein, reunió una orquesta con músicos de las dos “Alemanias”. Bernstein no pudo contener la emoción cuando el coro entonó la oda final, en la que la palabra “freude” (alegría) se había sustituido por “freiheit” (libertad). “Beethoven habría dado su bendición”, dijo Bernstein. Esta característica de reconciliación fue uno de los argumentos esgrimidos por Alemania cuando presentó la obra a la candidatura de la UNESCO.
El concierto tendrá lugar en el patio del Castillo de Villafranca el Bierzo y dará comienzo a las 20:00 horas del jueves 28 de julio.
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